La tradición de los hombres afeminados

 

Viste camiseta y bermudas como un tahitiano cualquiera. No lleva puesto maquillaje, tampoco aros ni anillos ni adorno alguno. Hasta el cabello —lo trae recogido en la nuca— muestra una incipiente calvicie varonil. Pero sus movimientos, sus gestos, son amanerados y su voz, algodonosa. Es lo que en Polinesia Francesa llaman mahu o raerae (se pronuncia “reré”), aunque no significan lo mismo.

Mahu es un hombre afeminado. La tradición dice que eran primogénitos criados como mujeres para que cuidaran de sus padres en la vejez. Pero los primeros europeos supusieron algo distinto: que satisfacían las desviaciones sexuales de los jerarcas polinésicos. Lo más probable es que el origen estuviera en la costumbre polinésica de prohibir que hombres y mujeres comieran juntos, de la misma comida y del mismo fuego. El hombre ni siquiera podía proveer el alimento para su esposa e hijas; pero sí podía hacerlo el mahu, y así liberaba a la mujer de esa tarea.

El mahu, que se considera hombre y en público viste como tal, no es necesariamente homosexual, aunque por lo común lo es. Algunos son asexuados y otros incluso están casados con mujer. Ahí comienza la diferencia con el raerae.

Los raerae son transgéneros que añoran ser mujeres —así se visten, maquillan y adornan— para emparejarse con hombres. Recurren a hormonas y a la cirugía cuando pueden. Algunos caen en la prostitución. Por eso, la palabra raerae conlleva una connotación más sexual, tiende a ser despectiva y puede acarrear sorna o rechazo.

El mahu, en cambio, es respetado.


Foto:
Borde costero de Fare, Huahine © Tahiti Tourisme

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