Las playas de Tahiti
La playa desde donde escribo es gris negruzca y pedregosa. Es playa pública, no porque existan playas privadas en Tahiti, sino porque así llaman a las playas que tienen estacionamiento (siempre gratis), servicios sanitarios y, habitualmente, un parque con sombra y amenidades.
Está en Tautira, lejos de Papeete, en una puntilla protegida a medias por un arrecife de coral mar afuera.
Las playas tahitianas suelen ser de arena oscura, con frecuencia guijarrosas y más de alguna —pienso en Teahupoo— de pura piedra. Las aguas tiran a un azul plomizo; originan cierto oleaje, que acá es manso, pero en otras playas —Taharuu, Ahonu, Papenoo…— engorda hasta formar olas surfeables.
Tahiti sí tiene lindas playas de arena clara, dice alguien. Razón no le falta. En playas como Vaiava —también llamada Pk18—, Papehue y alguna otra en Punaauia y Paea, el mar, cuando le pega el sol con ganas, adquiere real viveza, luce azules más brillantes y aturquesados, y algún tonillo verde, colores de acuarela. Pero siguen siendo playas donde abundan los guijarros de coral y restos más grandes de lo mismo, feos, grises, parecidos a concreto.
Las playas de Tahiti —y me refiero solo a la isla— desdicen de la imagen que se tiene de ellas. Quien quiera arena suave y aguas deslumbrantes, una hilera de palmeras detrás, peces de colores y coral sano y poca gente, búsquelas en Moorea, Tetiaroa, Huahine, Bora Bora… o en las Tuamotu, más ásperas y silvestres.
Foto: Playa de Tautira © K. Markov / Tahiti Tourisme
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